El 10 de noviembre de 1918, el emperador alemán Wilhelm II se presenta en el puesto fronterizo neerlandés en la ciudad de Eijsden. El día anterior había sido destituido y tenía temor a los revolucionarios alemanes. Los aliados quieren juzgarlo por los crímenes de guerra. Teniendo en cuenta que los Países Bajos se mantuvieron neutrales durante la Primera Guerra Mundial, solicita asilo político en ese país. El gobierno neerlandés ya está al tanto de su llegada y admite su ingreso.
Wilhelm II primero reside en el castillo Amerongen. A partir de 1920, obtiene una residencia permanente en el castillo Huis Doorn en la ciudad de Doorn. Fallece en ese lugar, en 1941, a la edad de 82 años. Y está enterrado en un pequeño mausoleo en su propiedad.