En noviembre de 1943, Estados Unidos comienza una gran ofensiva contra Japón. El objetivo es avanzar hacia Filipinas y expulsar de allí al ejército japonés. Sin embargo, Japón ocupa numerosas islas en el océano Pacífico y, por lo tanto, es muy difícil de vencer. Para tomar el control de las islas, los estadounidenses idean una estrategia, similar al juego infantil llamado leapfrogging o rango primordial. Según esta maniobra no se atacan las islas más importantes y mejor defendidas, sino, casualmente, las que se encuentran a sus alrededores. De esta manera es posible aislar las unidades japonesas y cortar sus líneas de abastecimiento, sin sufrir demasiadas pérdidas humanas y en poco tiempo de combate.
El ataque comienza en las Islas Gilbert entre Hawai y Papúa-Nueva Guinea. El 20 de noviembre inicia la flota norteamericana un bombardeo a Tarawa, una de las islas. Inicialmente, el ataque es difícil. Los japoneses están preparados para una invasión y han desplegado tropas adicionales. Debido a la marea baja, los botes de desembarco estadounidenses no pueden acercarse lo suficiente a la playa y los soldados tienen que luchar a través del agua con gran dificultad. Por la tarde, los estadounidenses consiguen desembarcar en varios lugares. Después de esto, los japoneses pierden cada vez más terreno y el 23 de noviembre los estadounidenses ganan la batalla.
Aunque entre las bajas estadounidenses se cuentan unos 1.700 hombres, en el lado japonés llegan a casi 4.700 soldados fallecidos. Ambos bandos combatieron hasta la muerte y solamente 17 hombres serán capturados como prisioneros de guerra.